top of page

JOSÉ MARÍA LILLO

El dibujo como naturaleza

27 Abril - 24 Junio 2023

El trabajo de José María Lillo, catedrático de pintura en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, no solo pone de relieve la inteligencia que el dibujo requiere, sino también aquella primacía de la que disfruta entre las artes plásticas. Sus dos últimas exposiciones, “Pensar un árbol”, en el Jardín Botánico de Madrid, y “Opus Nigrum”, en la Fundación Resende de Oporto, además de ser una lección magistral de dibujo a gran formato, constituyen la brillante exposición de una idea. Se trata, para él, de dibujar la vida.

Los dibujos de árboles de Lillo no son los cuadernos de un naturalista, al modo de los cuadernos de dibujos de Humboldt o de Charles Darwin. Ni son apuntes ni están ejecutados al aire libre, en la contemplación directa de su objeto. Son por el contrario dibujos de gran formato, ejecutados a lo largo de muchas sesiones, en la soledad del estudio. Aunque en ellos se observa la generación de la vida en su expansión y en su crecimiento, no son un instrumento al servicio de la biología o de la botánica, sino, de algún modo, retratos de seres vivos.

Aquí parece que se invirtiera la vieja relación entre arte y naturaleza. Pues aquí el dibujo, que se entrega a una minuciosa observación del natural, se nos presenta más bien como la creación de una vida propia. Por eso para

 

Lillo es muy importante prestarles atención a dos aspectos del dibujo. Primero, la escala y el formato. Sus árboles parece que ambicionan el tamaño natural. De ahí las dimensiones descomunales de sus dibujos que quisieran crecer y expandirse tanto como los mismos árboles a los que se refieren. Pero en segundo lugar el artista se demora en la recreación de sus dibujos, consciente de que para hacerse con ellos le hace falta tiempo. De este modo, el largo tiempo de crecimiento de los árboles, los cien, trescientos o quinientos años de su vida, son homenajeados y recreados sobre el papel de algún modo con las cien, trescientas o quinientas horas de trabajo.

Se trata, por tanto, de captar el movimiento, pero acercándose a su propio ritmo de crecimiento. Como en la danza. A propósito de la danza y el dibujo escribe Valéry: “en este género de movimientos el Espacio no es más que el lugar de los actos: no contiene su objeto. Es ahora el Tiempo quien desempeña el papel principal”.

Los dibujos de Lillo se expanden amorosamente en el espacio y se toman para su ejecución todo su tiempo. Como esos viejos árboles que retrata, o como la fuerza vital que apenas asoma en forma de pequeñas notas de color, en medio del crecimiento vegetal de su dibujo.

 

Miguel Cereceda

© ON Art Space by Tila Barrena

bottom of page