ATAURI
es bon lloc
25 Marzo - 23 Abril 2022
Esa placentera sensación de estar en el lugar adecuado…
Por Rafa Ruiz.
“Me empapé de bosque. Entré en diálogo con los árboles”. De ahí, del retiro que ansiaba en medio del bosque y que por fin se hizo realidad el verano pasado, surge ‘Es bon lloc’ (‘el buen lugar’, en mallorquín).
Atauri (Madrid, 1965) vuelve al espacio de Las Letras para traer la pasión y el territorio que la habitan desde pequeña, desde que con ocho años plantó el primero, un almendro, en Mallorca: árboles, su olor y su silencio; y Mallorca, su querida isla, en la que se refugia cuando encuentra desorden por dentro, para calmarse, recrearse y crear… Crear arte, del sencillo, del esencial, del que nos aporta vuelo y energía y conocimiento… conocimiento de nosotros mismos.
Como Thoreau o Mahler, que se retiraron a cabañas para encontrarse perdiéndose, Atauri (María Ángeles) se quedó consigo misma y con su galgo –Punto– en una cabaña escondida en un bosque de olivos y ullastres (olivos silvestres, acebuches) de cientos de años, pinos mediterráneos y algarrobos. Al abrigo de la Serra de Tramuntana. Y hablaba con ellos, escuchaba sus susurros de día, sus crujidos nocturnos y el imponente silencio del amanecer de agosto. “Es que son personajes”, me dice con los ojos abiertos como de niña, con ese asombro y ganas de experimentar que le hacen seguir creciendo y creciendo como artista, desde que hace 15 años la conocí metida en sus burbujas.
Y efectivamente estos personajes que ahora nos traslada en tinta y grafito al nuevo espacio expositivo de ON Art Space nos hablan. Y quizá –seguramente– nos cuenten ese diálogo que los humanos, en nuestra egolatría, hemos interrumpido con la naturaleza, que es, a fin de cuentas, nosotros mismos; no es que no escuchemos a la naturaleza, es que no nos escuchamos ni a nosotros mismos, ni al otro ni a uno mismo.
Los árboles de Atauri son sobre todo –llevan siéndolo durante bastantes años– troncos, troncos retorcidos, como los pliegues de un cerebro. Inteligencia vegetal, que diría Stefano Mancuso Aunque últimamente observo en ellos cada vez más hojas y también –y Atauri me lo hace ver de nuevo con la ilusión de una niña mostrando sus dibujos– algún pájaro. Algún mirlo. “Yo quiero un mirlo en mi jardín”. Y le digo que será el mirlo el que quiera su jardín. Y me mira perpleja, decidida a llevar mirlos al papel.
Ahí están, troncos y mirlos en ON Art Space, en un escenario con aromas a bosque mediterráneo, sus hojas secas, cortezas de pino carrasco, piñas –porque Atauri, como herman de vries, como Georgia O´Keeffe, pasea por el campo recogiendo muestras e inspiración para muestras–; y ahí está su alma de artista, sencilla, abierta y recogida al mismo tiempo, natural, ilusionada, sin postureos de artista.
Atauri, ¿qué árbol te gustaría ser? “Sin duda, uno de esos pinos mediterráneos que se descuelgan por los acantilados”.
Árboles que también amaba el maestro Cézanne. Tronco y mirlo. Es bon lloc. La sensación, tan difícil de conseguir, tan tranquilizadora cuando se alcanza y se entra en ella y nos llena, de que estás en el lugar adecuado.